martes, 30 de octubre de 2007

::: 1er Tiro :::

Sacó la pistola y apunto...
Yo me eché a correr.

Un tiro sonó en seco...
Corto en dos el alma del viento.
Despertó a un bebe en la cuna.
Devolvió el oído a un sordo.
Hizo que ladraran los perros.

*Por un segundo el tiempo se detuvo*

Guardo la pistola y emprendió la huida...
Yo me quede tirado en el piso.

La catsup de la herida estaba buena...
El director grito: ¡Corte!

Dash 2007

sábado, 27 de octubre de 2007

La putrefacción del ojo

La putrefacción del ojo

Esta noche me recuerda aquella fría y húmeda noche; la gabardina amarrada fuertemente a mi cuerpo pero inútil para defenderme contra la crueldad de los elementos...

Camino con la cabeza agachada, desesperadamente trato de no mirar fijamente hacia ninguna cosa, especialmente mi reflejo en las ventanas que paso.

Cierro los ojos mientras me acerco a un charco para no ver mi propio reflejo en su oscura superficie.

El frió hace que duela la cicatriz del lado derecho de mi cabeza, después de veintitantos años los nervios siguen crispados y la piel… nueva. Y me pica. Me rasco suavemente, pero esto solamente empeora la comezón, simplemente la manda profundamente debajo de mi piel. Me rasco mas fuerte y una oleada de dolor fluye hacia los sensibles tejidos.

Debería estar muerto. Todo el mundo dice que soy un milagro. Dicen, que Dios estuvo conmigo, por que fui el último sobreviviente que sacaron de los escombros. Cuan afortunado soy, me dicen.

Pero ellos no ven las cosas que yo veo.

Cuando por primera vez recupere la conciencia, pensé que estaba muerto, que había despertado en el infierno o en el purgatorio.... en alguna parte.

Entonces sentí el dolor y supe que tenía que estar vivo. Pero lo único que podía ver era decadencia, cosas muertas, cosas que ya estaban podridas, tejidos descomponiéndose, carne infestada de insectos, colgando de carnudos y húmedos huesos...

...A mí alrededor, todos estaban muertos.
Entonces vi mi propio reflejo.
Me veía igual que ellos.
Yo también me estaba pudriendo. Pudriéndome de afuera hacia adentro.
Todo por este maldito ojo rojo...

Nunca fui sociable, ni siquiera en mis mejores momentos. Aunque el aislamiento al que estoy forzado a vivir ahora es insoportable. Casi nunca dejo mi apartamento.

Es un horror abrir los ojos cada día. Temo ser parado en la calle por un extraño para preguntarme la hora o tener cerca la caja de caridad para una donación.

¿Cómo puedo explicar que las imágenes del ojo que me persiguen? ¿Podrían ellos, siquiera imaginarse, que lo que veo cuando los observo es una visión de lo que más adelante les espera? ¿Quizás piensan que cuando los veo, veo algo peor a la realidad?

Quizás ellos imaginan que puedo ver su interior, que me doy cuenta de un cáncer todavía no detectado, observando como los devora. Ó, que sé un profundo y oscuro secreto que habita en sus negros corazones, y que puedo divulgarlo.

Pero hay peores horrores en mi nuevo mundo que las superficiales y vacías cuencas de sus ojos, infestadas de gusanos....

Desde aquel día en adelante, el mundo ha cambiado para peor. El sol parece no brillar más, ha sido reemplazado por sombras grises siempre presentes que dominan mis visiones. Oscuras nubes están en el cielo taciturno, un cielo pintado en sombras de oscuridad. Solo en mis sueños, mi único escape, vi el mundo de los vivos con un tan anhelado arcoiris de colores.

Peor aun, los espíritus de los muertos remplazaban a los vivos en número. Donde quiera que mirará, ahí estaban, mirándome disimulada y deliberadamente mientras se situaban sin ser notados entre la multitud.
Sus apariencias debieron ser placenteras para mi - su piel era impecable, perfecta - si bien se hubieran dado un baño de leche tibia - cremosa, perlada, con un rosado en sus mejillas, un lejano llanto a causa de la decadencia de las cosas que me rodeaban.

Los muertos me miraban como vivos, y los vivos como muertos.

El mundo, mi mundo, todo había cambiado. Estas cosas que parecían tan normales eran extremadamente siniestras con sus pieles muy blancas y ojos pálidos, sus irises poseían color, pero un color deslavado, deslavado y pisoteado y un poco del color se escurría.

Ignoraban a los vivos a su alrededor. Todavía parecían mirarme mientras se alimentaban de mi miedo y el asombro que habitaba en mi corazón y en mi mente.

Pronto supe que después del desastre, las personas que yo veía; que parecían normales, estaban muertas. Fantasmas, espectros y apariciones perseguían el aire que respiraba. Ellos se parecían a la piel y a la sangre, se veían como la gente se debía ver, pero había algo de ellos que no estaba bien, algo que podía sentir y captar, más que ver.

Al principio, su rareza era solo una noción, hasta la primera vez que uno de estos espíritus pasó a través de mi cuerpo. La sensación me hizo gritar. No eran lo que un ser humano es, sangre y carne, no tenían sustancia.
Que uno de ellos pasara a través de mi cuerpo, me causo un intenso dolor. Lo podía sentir escabullirse a través de cada nervio y fibra de mi cuerpo, corriendo a través de mi sangre y mis huesos.

Ellos saben que me lastima.
Se ríen mientras pasan a través mió.

Quería gritarles, pero el grito murió en mi garganta antes de ser emitido. Me di cuenta que los vivos cadáveres a mi derredor me tomarían como un loco gritando hacia el cielo. Me sentí con ganas de golpear a los “Espectadores” (asi es como los llamo) con mis puños, lastimarlos como ellos me lastimaron. Pero no podía lastimarlos por que no eran físicos.

Apretados nudillos volarían a través de ellos sin esfuerzo ni dolor mientras el público de seres infectados de larvas, se burlarían de mí, señalándome, hablando de mi incontrolable arrebato de rabia contra el aire.

Pero el antiguo dolor que sentí después del desastre volvería. No de las cicatrices, ni siquiera del muerto, quien a sabiendas me jugaba la broma de pasar a través mió tirando de mis nervios y tendones terminando en pedazos. Era el dolor del punzante cuchillo de la soledad, de haber presenciado el fantasma del cáncer crecer dentro de cada uno de nosotros.

Solo podía ver la supuración dentro de los vivos; además del mayor de todos mis miedos: Podía ver la putrefacción en mi ojo derecho devorándome cada vez que tenía el desagrado de ver mi fatal reflejo en un fangoso charco de agua, espejo o la ventana de una tienda.

Pero esos males no eran notados en el físico de cada uno de nosotros- estaban en nuestras mentes, en nuestros corazones y en nuestra apatía y sofisticación volviéndonos incapaces de sentir placer en un simple esplendor.

No, no existía nada que pudiera hacer para desquitarme contra ellos, o contra mí mismo. Lo único que podía hacer era observar mortificado, hacia la cosa en el espejo que me miraba con ojos muertos; sus desolados ojos se nublaron con la salmuera de pus que debió ser amarilla pero a mis ojos, era gris, mientras el insecto de la pútrida vida de este mundo jugaba a las escondidas entre los cráteres de mis poros.

Con el tiempo, aprendí a cerrar el ojo, a no admirar la belleza de mi cara como una vez lo hice, y a aprender a vivir sabiendo que mi apariencia era desarreglada e impropia - el precio de la vanidad...

Hay un fantasma que sigue viendo una y otra vez, esto es muy extraño por que nunca he visto a ninguno de estos malévolos fantasmas mas de una vez.

Ella nunca se me acerca y no pasa a través de mí como los demás hacen. Pero si me observa detenidamente. Me observa y de repente, cambia la mirada cuando la observo directamente.

Me alejo caminando, y ella me sigue - Tomo una ruta para ningún lado en particular, esquivando y escabulléndome a través de caminos sucios y callejones. Voy a lugares que no voy usualmente - Lugares peligrosos. Ella atrás mió, me sigue no importa hacia donde la lleve.

Todavía esta detrás mió.
Cerca.
Más cerca.

Puedo escuchar su entrecortado aliento cerca de mí, la agitación venir de su interior en rápidos gemidos.
Tengo que saber por que me persigue.

Abruptamente me detengo y me giro demasiado rápido para ella detenerse, y me sujeto fuertemente por el dolor que causara su cuerpo pasando a través del mío, aprieto los dientes en anticipación a la embestida.
Ella rebota, y retrocede dando tumbos, aterrizando en su espalda sobre un frío y fangoso charco de lluvia y tierra mojada.

Ella reboto contra mí.
...Ella es real...

Dios mío, ella es real, es real para mi, y se ve de la manera que debiera verse, la manera en que esas pulsantes y vivas cosas me solían mirar. No hay decadencia en su carne, no hay infecciones en su carne y cuencas sin visión, en su cráneo, no hay restos de la putrefacción del ojo. Ella es real.

...Tengo que tocarla...

Estiro mi mano y empujo su hombro con la punta de mi dedo índice. Solo hay resistencia bajo mi toque, salvo la elasticidad de la suave y rosada piel de su hombro. En la cima del omóplato puedo ver una cruel cicatriz tallada en una fila de marcas cruzadas en su piel, una fisura dejada por algún cuchillo en el lado de su barbilla, y una delgada línea, la marca de un corte, ligeramente mas pálida corriendo por un tramo a lo largo de sus antebrazos expuestos.

Ella me refleja, repitiendo mis movimientos, pasa las suaves puntas de sus dedos por la piel de mi mejilla derecha, trazando mi cicatriz con la punta de su dedo índice mientras su intensa mirada perfora mis ojos (y ese ojo).

Hay tanto que decir, tantas cosas diferentes que quizás tomaría una vida decirlas todas. Tomaría, entonces, un milenio, detenerlas de volcarse de mis labios, pero no puedo pronunciar una sola palabra. Un bulto de emociones dolorosas aprieta mi garganta haciéndome difícil tragar; la veo y ella hace lo mismo. Muchas cosas corren por mi cerebro y todavía me encuentro sin habla.

Ha sido tanto tiempo desde que deje la realidad, la normalidad ¿Qué no se como interactuar con otro ser humano? Claro que no. Claro que las habilidades sociales me fluirán en cualquier momento.
Pero no necesitamos palabras, no en este momento, no ahora mismo. Sintiendo la curva de sus dedos en mi palma mientras toma mis manos.

Mirándola, viendo su piel rosada y saludable privada de putrefacción es suficiente. ¡Dios!, incluso la dañada piel llena de cicatrices en su cuerpo es hermosa. Me demuestra que esta viva, que es una sobreviviente y aunque su cuerpo es ligero y aparenta ser frágil, rompible, se que es recia de corazón, mente y espíritu.

Caminamos en silencio, en un acogedor silencio, y lo aceptamos. No escucho la recriminación de las cosas muertas que me habían perseguido cada momento desde el día de la tragedia, el día que una distante y oscura amenaza ataco esta gran ciudad.

Pero ahora veo extenderse la luz al final del túnel y celebro la extrañeza y el asombro de tener alguien a mi lado, alguien a quien pueda preguntar y ser respondido, en vez de preguntarme a mi mismo, y ser respondido por mi persona, como solía hacer, para no olvidar completamente lo que era hablar.

Ellos todavía están con nosotros, no pienso que alguna vez nos dejen o desaparezcan, pero no son tan brillantes ni luminosos como nosotros. No nos pueden destruir, nuestros corazones, nuestras almas, ellos no pueden tomar la luz de nosotros, la luz que amamos, que necesitamos, la luz que proviene del interior de nosotros dos...

..Y hoy ya nada importa; el ojo marchito quedo ciego para darle otra visión a este mundo muerto...

DASH 2007